Creo que el gran Ortega y Gasset decía que vacaciones era un cambio de actividad. Según entiendo yo no hace falta irse muy lejos para sentir que uno está inmerso en ellas. Aunque viajar es un placer (si 40 millones de personas no lo hacen a la vez y al mismo sitio). La verdad es que no hago un cambio radical, salvo el variar los horarios y ¡quitarme el reloj¡. Como siempre hay algo que hacer al encontrarte con un excedente de tiempo cuesta llenarlo, luego te acostumbras y suena la campana de vuelta al trabajo. Y es que vivimos de rutinas y cambiarlas nos desubica.
Bueno si se tiene tiempo y ganas recomiendo el libro El quinto en discordia de Robertson Davis.
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2 comentarios:
Eso de quitarse el reloj voy a probarlo. Nunca lo había pensado, pero cuando lo he leído me lo he imaginado y me ha dado una sensación de descanso que sin duda, a la más mínima oportunidad que tenga, lo pruebo :)
Bienvenido a la blogosfera
Aunque lo de quitarse el reloj ya empieza a estar un poco antiguo y, sobre todo, es fácil. Lo difícil es el lanzamiento de móvil o "selular" a una distancia y altura suficiente como para que al aterrizar se destroce suficientemente.
Cada vez los hacen más resistentes.
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